martes, 12 de octubre de 2010

El yacaré, eje de un emprendimiento productivo y ecológico en Corrientes







Buscado por su piel, usada en marroquinería, y por su carne, el animal fue convertido en un recurso de interés económico por criaderos de esa y otras tres provincias que lo comercializan, al tiempo que repueblan los humedales.
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Una manera inteligente de llevar adelante estrategias ecologistas es convertirlas en emprendimientos productivos. En Corrientes, la caza sistemática del yacaré lo ha puesto al borde de la extinción, pero ahora, un criadero en Puerto Valle, al norte de la provincia, al igual que otros en Chaco, Formosa y Santa Fe, lograron transformar al animal en un recurso de interés económico, y la caza, en protección.
El yacaré siempre fue buscado por el alto precio de su piel, muy requerida para la marroquinería, y por su carne, apreciada por los lugareños.
El Proyecto Yacaré, en Santa Fe, fue el primero en promover, en 1990, un programa sustentable para la protección de la especie, siguiendo modelos que habían funcionado en otras partes del mundo.
Le siguió El Cachapé, en Chaco, en 1996, y el Proyecto Caimán, en Formosa, en 2004.
Yacaré Porá, en Corrientes, con un establecimiento modelo, fue el último en sumarse. Ahora, los pobladores y el personal de las estancias, en lugar de depredarlos, cobra por informar dónde están sus nidos.
De allí se trasladan los huevos para la cría en la granja, según un método llamado ranching. Una vez que los pobladores identifican los nidos –que pueden contenter hasta 37 huevos–, técnicos de Yacaré
Porá los llevan en contenedores plásticos con el agregado de material de nido y los colocan en la incubadora a una temperatura uniforme de 31°C y una humedad del 98%.
En la naturaleza, de cada 100 huevos, sólo nacen unos 40, y apenas un 10% de estos (es decir, cuatro animales) llegan al año de vida.
En el criadero, de 100, nacen casi 90 y, sin agentes depredadores como cigüeñas, zorros, garzas, además de los incendios, las heladas y el drenaje de los humedales, la mayoría sobrevive.
El pichón llama a la madre cuando está por nacer, para que lo ayude a romper el cascarón.
En el criadero, esta tarea es manual, huevo por huevo.
Las crías, de apenas 22 centímetros, son trasladadas entonces a piletones climatizados donde reciben alimento balanceado durante once meses hasta alcanzar los 70 cm, (30 más que los que hubieran tenido en el medio natural).
Luego se devuelve a los humedales una decena de yacarés de más de un año, para repoblar la especie.
Y el excedente se comercializa.
Desde el inicio de este proyecto, en el año 2004, se han liberado 4800 ejemplares en los humedales correntinos, que se suman a otros 18 mil liberados en Formosa y Santa Fe.
El resto terminó en carteras, botas o sofisticados platos de autor en Londres o Melbourne.
La cosecha de huevos se realiza en diciembre, y sólo en Corrientes ronda las 20 mil unidades.
Las ventajas de la cría por rancheo alcanzan a todo el ecosistema, ya que conservar el humedal para que viva el yacaré overo (caiman latirostris) y el yacaré negro (caiman yacare) puede ser más rentable que drenar el estero para secar la tierra y usarla para cultivo.
Yacaré Porá es un emprendimiento conjunto del Grupo Pomera y socios estratégicos –Yacarés Santafesinos y Caimanes de Formosa–, financiado por el FONTAR (Fondo Tecnológico Argentino) y controlado por la Dirección de Fauna y Flora de la provincia de Corrientes, con la aprobación y el apoyo de varios organismos internacionales.
Actualmente, cuenta con cuatro módulos con una capacidad para albergar 40 mil ejemplares y construye un frigorífico de acuerdo con las normas requeridas por el mercado europeo para exportar carne, similar a los que existen en Formosa.
Son varios los platos que se preparan con la carne del yacaré, que es blanca y firme, de sabor muy parecido al de la rana: un restaurante vecino al emprendimiento, en el Hotel Puerto Valle, sobre el río Paraná, ofrece pinchos de yacaré con salsa de ostras, ravioles de yacaré y yacaré relleno con arroz al curry y leche de coco.
Se come la cola del animal, que, además de sabrosa, es rica en los ácidos grasos omega 3, 6 y 9, que reducen los niveles de colesterol en sangre.
Silvina Pini
elargentino.com

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